Por qué debes estar en redes sociales como un profesional

La Importancia de una Presencia Profesional en Redes Sociales para Autónomos y PYMES

Debes estar en redes sociales como un verdadero profesional. No vale subir cualquier cosa, cualquier foto o decir cualquier cosa. Debe haber tras cada acción un plan de marketing adecuado a tu empresa

En el mundo actual, estar presente en las redes sociales no es solo una opción, sino una necesidad para los autónomos y las pequeñas y medianas empresas (PYMES). Sin embargo, la diferencia radica en cómo se aborda esta presencia: como un aficionado o de manera profesional.

Una presencia profesional en redes sociales implica más que simplemente publicar contenido ocasionalmente. Requiere una estrategia bien definida que se alinee con los objetivos de marketing digital de la empresa. Esto incluye identificar el público objetivo, elegir las plataformas adecuadas, crear contenido relevante y atractivo, y mantener una interacción constante con los seguidores.

El marketing digital a través de las redes sociales ofrece una serie de beneficios para los autónomos y las PYMES. Permite llegar a una audiencia más amplia y específica, aumentar el reconocimiento de marca, generar leads cualificados y fomentar la lealtad del cliente. Además, proporciona una plataforma para promover productos o servicios de manera efectiva y a un costo relativamente bajo en comparación con otras formas de publicidad tradicional.

Para los autónomos y las PYMES, una presencia profesional en redes sociales puede marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento. Les brinda la oportunidad de competir en igualdad de condiciones con empresas más grandes, al tiempo que les permite establecer una conexión más personal con su audiencia.

Es importante destacar que una presencia profesional en redes sociales requiere tiempo, dedicación y conocimientos especializados. Es fundamental mantenerse actualizado sobre las últimas tendencias y mejores prácticas en marketing digital para aprovechar al máximo estas plataformas.

En resumen, para los autónomos y las PYMES, estar en las redes sociales de manera profesional es más que una opción: es una necesidad. Una presencia sólida en estas plataformas puede abrir nuevas oportunidades de negocio, fortalecer la marca y ayudar a alcanzar los objetivos de marketing digital de manera efectiva.

Cinco consejos para vender libros en internet

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Investiga tu mercado:
Antes de lanzarte a la autopublicación, es esencial entender quiénes son tus potenciales lectores y qué están buscando. Investiga qué géneros y temas son populares en el mercado, qué tipo de libros están vendiendo bien y qué nichos podrías explorar. También es importante conocer las tendencias actuales y las preferencias de lectura de tu público objetivo. Puedes utilizar herramientas como las plataformas de autoedición, los grupos de lectores en redes sociales y los foros especializados para obtener información valiosa sobre tu audiencia. Cuanto mejor comprendas a tu mercado, más efectivas serán tus estrategias de marketing y promoción.

    Producción de calidad:
    La calidad de tu libro es fundamental para captar la atención de los lectores y mantener su interés. Asegúrate de que tu obra esté bien escrita, con una trama sólida, personajes convincentes y un estilo narrativo atractivo. Además, la presentación visual también es crucial. Invierte en un diseño de portada profesional que llame la atención y refleje el contenido de tu libro. Además, asegúrate de que el formato del libro sea adecuado para la lectura en dispositivos electrónicos, ya que la mayoría de las ventas de libros electrónicos se realizan en plataformas como Amazon Kindle.

      Presencia online sólida:
      Crear una presencia sólida en línea es clave para promocionar tu libro y llegar a un público más amplio. Esto incluye la creación de un sitio web o blog donde puedas compartir información sobre tu obra, tu proceso de escritura y otros contenidos relevantes para tus lectores. También es importante estar presente en las redes sociales, donde puedes interactuar directamente con tus seguidores, compartir noticias y actualizaciones sobre tu trabajo, y participar en conversaciones relacionadas con tu género literario. Cuantas más formas tengas de conectar con tu audiencia, más oportunidades tendrás de generar interés en tu libro.

        Marketing inteligente:
        El marketing digital es una herramienta poderosa para promocionar tu libro y aumentar tus ventas. Utiliza estrategias como la publicidad en redes sociales, el marketing por correo electrónico, las promociones y descuentos, y la participación en eventos virtuales como ferias del libro y entrevistas en podcasts. Además, aprovecha las oportunidades de colaboración con otros autores o influencers en tu nicho para llegar a nuevas audiencias. Es importante tener una estrategia de marketing bien planificada y adaptada a las necesidades y preferencias de tu público objetivo.

          Recopilación de reseñas:
          Las reseñas son una forma poderosa de generar confianza y credibilidad en tu libro. Solicita reseñas a tus lectores una vez que hayan terminado de leer tu obra y promueve activamente las reseñas positivas en tu sitio web, en las redes sociales y en las plataformas de venta de libros. También puedes ofrecer copias gratuitas de tu libro a bloggers y críticos literarios a cambio de reseñas honestas. Cuantas más reseñas positivas tengas, más probable será que los lectores potenciales se sientan atraídos por tu libro y decidan comprarlo.

            Cinco consejos para escritores que comienzan

            Si eres un escritor que está empezando, todos los consejos que puedan darte van a ser más que útiles.

            Vas a comenzar una etapa apasionante, llena de vivencias como escritor, pero también llena de dudas y de retos. Seguro que te preguntas si lo estás haciendo bien, si lo que escribes tiene la calidad suficiente como para ser publicado, si con tan solo tener vocación para ser escritor es suficiente…

            Ante todo, enhorabuena por haberte decidido a comenzar. No todos los escritores emprenden este camino, bien por miedo, bien por desconocimiento del mundo editorial o, simplemente, porque cuesta mucho llegara a verse a uno mismo como escritor.

            Si este es tu caso, si estas comenzando a escribir y tienes pensado con ver tu libro publicado, además de alimentar tus sueños, debes tener en cuenta algunos consejos básicos para que el hecho de ser escritor no te abrume y puedas empezar desde cero pero con los conceptos básicos bien claros,

            Te dejo cinco consejos que seguro te hacen pensar. Toma una libreta y ve respondiendo a estas preguntas, eso irá dando forma a tu hoja de ruta como escritor

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            1. Conoce a tu audiencia:
            Antes de empezar a escribir, es crucial comprender quién será tu audiencia objetivo. ¿Son adultos jóvenes, adultos, niños? ¿Qué género prefieren? ¿Cuáles son sus intereses y preocupaciones? Investigar y comprender a tu audiencia te ayudará a adaptar tu estilo de escritura, tono y contenido para que resuene con ellos. Realiza encuestas, entrevistas o análisis de mercado para obtener información valiosa sobre tu audiencia potencial.

            2. Planifica tu obra:
            Un buen plan es la base de cualquier libro exitoso. Antes de comenzar a escribir, dedica tiempo a planificar la trama, los personajes, los puntos de giro y el arco narrativo de tu historia. Esto te ayudará a mantener el enfoque y la coherencia a lo largo de la escritura. Puedes utilizar esquemas, diagramas de flujo, tarjetas de índice o cualquier otra herramienta que te resulte útil para organizar tus ideas. No temas modificar tu plan a medida que avances en la escritura; la flexibilidad es clave para adaptarse a las necesidades de la historia.

            3. Dedica tiempo a la investigación:
            Incluso si estás escribiendo ficción, la investigación es fundamental para dotar a tu obra de credibilidad y autenticidad. Investiga sobre los temas, lugares, épocas históricas o profesiones que aparecerán en tu libro. Entrevista a expertos, lee libros y artículos relacionados, visita lugares relevantes si es posible. La investigación minuciosa te ayudará a evitar errores y a enriquecer tu narrativa con detalles vívidos y precisos.

            4. Cultiva una rutina de escritura:
            La consistencia es clave para avanzar en la escritura de tu libro. Establece metas realistas y alcanzables, ya sea por palabra, por página o por tiempo de escritura diario. Encuentra un horario y un lugar donde te sientas cómodo y libre de distracciones para escribir. Puede ser útil establecer rituales o hábitos que te ayuden a entrar en el estado mental adecuado para la escritura. Recuerda que la disciplina y la perseverancia son tan importantes como la inspiración.

            5. Obtén retroalimentación y revisa tu trabajo:
            Una vez que hayas completado un borrador de tu libro, es fundamental obtener retroalimentación de lectores de confianza, editores o profesionales del sector. Escucha atentamente sus comentarios y reflexiona sobre cómo puedes mejorar tu obra. No tengas miedo de revisar y reescribir partes de tu libro si es necesario. La revisión es un proceso crucial para pulir tu escritura y asegurarte de que tu mensaje llegue de manera clara y efectiva a tu audiencia.

            Siguiendo estos consejos y dedicando tiempo, esfuerzo y pasión a tu proyecto, estarás en el camino correcto para escribir un libro exitoso. ¡Buena suerte en tu aventura como escritor!

            Lorna Dee Cervantes

            poetas - lorna dee - nina peña

            Lorna Dee Cervantes es una destacada poeta chicana nacida el 6 de agosto de 1954 en San Francisco, California, Estados Unidos. Su obra ha contribuido significativamente a la literatura chicana y ha abordado temas como la identidad, la cultura, la política y la experiencia de la mujer.

            Cervantes creció en San José, California, en un entorno bicultural, lo que influyó en su perspectiva y en su conexión con sus raíces culturales. Estudió en la Universidad de California, Santa Cruz, donde obtuvo su licenciatura en estudios latinos.

            Su carrera como escritora se destacó con la publicación de su primer libro de poesía, «Emplumada», en 1981. Este trabajo fue aclamado por la crítica y se convirtió en una obra influyente dentro de la poesía chicana. En «Emplumada», Cervantes aborda la dualidad cultural y la experiencia de ser chicana en los Estados Unidos, explorando temas como la identidad, la familia y la discriminación.

            A lo largo de su carrera, Lorna Dee Cervantes ha participado activamente en la promoción de la literatura chicana y ha abogado por la inclusión de las voces latinas en la escena literaria estadounidense. Su poesía se caracteriza por un lenguaje vibrante y una poderosa expresión de la experiencia chicana, así como por su habilidad para fusionar la forma poética con la conciencia política.

            Además de «Emplumada», Cervantes ha publicado otros trabajos, como «From the Cables of Genocide: Poems on Love and Hunger» (1991) y «Drive: The First Quartet» (2006). Su obra ha sido incluida en numerosas antologías y ha recibido reconocimientos, consolidándola como una figura importante en la poesía chicana y la literatura estadounidense en general.

            Lorna Dee Cervantes ha dejado un impacto duradero en la escena literaria, no solo por su habilidad poética, sino también por su dedicación a destacar las voces y las experiencias de la comunidad chicana en la rica diversidad cultural de los Estados Unidos.

            lorna dee - poemas - nina peña

            POEMA PARA EL JOVEN BLANCO 
            QUE ME PREGUNTÓ CÓMO YO, UNA PERSONA INTELIGENTE 
            Y LEÍDA, PODÍA CREER 
            EN LA GUERRA ENTRE RAZAS

            En mi país no hay diferencias.

            Las políticas de opresión sembradas de alambre

            han sido derribadas hace mucho. El único recuerdo

            de batallas pasadas, sean ganadas o perdidas, es el leve

            surcado de los fértiles campos.

            En mi país

            la gente escribe poemas de amor,

            llenos de nada más que felices sílabas infantiles.

            Todos leen cuentos rusos y lloran.

            No hay fronteras.

            No hay hambre, ni

            graves hambrunas ni gula.

            Yo no soy una revolucionaria.

            Ni siquiera me gusta la poesía política.

            ¿Piensas que puedo creer en la guerra entre las razas?

            Puedo negarla. Puedo olvidarla

            cuando estoy segura

            en mi propio continente de armonía

            y amor, pero no vivo

            ahí.

            Creo en la revolución

            porque en todas partes arden las cruces,

            certeros pistoleros gamados esperan tras las esquinas,

            francotiradores apuntan a las escuelas …

            (Sé que no me crees.

            Y que piensas que no es más

            que exageración transitoria. Pero eso

            es porque no te disparan a ti.)

            Estoy marcada por el color de mi piel.

            Las balas son discretas, diseñadas para matar lentamente.

            Mis hijos son su objetivo.

            Estos son los hechos.

            Déjame mostrarte mis heridas: mi mente trabada, mis

            disculpas constantes, y esta

            agobiante preocupación

            por sentir que no estoy a la altura.

            Estas balas pueden más que la lógica.

            El racismo no es una cuestión intelectual.

            No puedo curar mis cicatrices con la razón.

            Al otro lado de mi puerta

            hay un enemigo real

            que me odia.

            Soy una poeta

            que ansía bailar en los tejados,

            susurrar delicados versos sobre la alegría

            y la bendición de la comprensión humana.

            Y lo intento. Vuelvo a mi país, a mi castillo de palabras, y

            cierro la puerta, pero la máquina de escribir no apaga

            los sonidos de la ira sorda y palpitante.

            Mi cara sigue recibiendo golpes.

            Cada día se me recuerda con insistencia

            que este no es

            mi país

            y sí lo es.

            No creo en la guerra entre razas

            pero este país

            está en guerra.

            vivir…nada más

            nina peña - mujer - pensamientos - libros - cafe

            Tengo apenas un momento libre otra vez frente a un café, y no sé que escribir.

            Mis pensamientos son superfluos, no hay profundidad en ellos.

            No me hago preguntas importantes ni trascendentales. Creo que no quiero pensar. Creo que me importa todo muy poco.

            Gestos mecánicos, costumbres ya establecidas; correr, trabajar, caminar, cocinar, dormir, respirar, protestar por el dolor del cuerpo. Salir. Tomar café. Charlar un poco. Mejor no darle vueltas a la cabeza. No intentar adivinar qué pasará mañana o al otro.

            Seguir. Empujar. No parar. Evitar sentir. Llenar de vacíos los minutos y las horas.

            Vivir sin estar viviendo.

            Nada más…nada menos

            Cinco poemas de Gioconda belli

            Invocación a la sonrisa

            Dame la ternura desde el sueño,
            dame ese cucurucho de sorbete que tenés en la
                    sonrisa,
            dame esa lenta caricia de tu mano.

            Yo te daré pájaros
            que cantarán tu nombre
            desde lo más alto de los árboles.
            Te daré piñas, zapotes, nísperos,
            enredaré maizales en tu pelo.
            Yo invocaré los dioses de nuestros antepasados
            para que caigan tormentas,
            para que miedosos y cogidos de la mano,
            miremos la furia del rayo y del relámpago.
            Yo tejeré ilusiones con ramitas y hierbas,
            tocaré las rocas para que brote agua y nos bañemos,
            yo haré poemas, cantos,
            mi amor, cuando me hayas mirado,
            cuando corra las cortinas del sueño,
            cuando me coma el sorbete de tu sonrisa.

            Y Dios me hizo mujer

            Y Dios me hizo mujer,
            de pelo largo,
            ojos,
            nariz y boca de mujer.
            Con curvas
            y pliegues
            y suaves hondonadas
            y me cavó por dentro,
            me hizo un taller de seres humanos.
            Tejió delicadamente mis nervios
            y balanceó con cuidado
            el número de mis hormonas.
            Compuso mi sangre
            y me inyectó con ella
            para que irrigara
            todo mi cuerpo;
            nacieron así las ideas,
            los sueños,
            el instinto.
            Todo lo que creó suavemente
            a martillazos de soplidos
            y taladrazos de amor,
            las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
            por las que me levanto orgullosa
            todas las mañanas
            y bendigo mi sexo.

            Nueva tesis feminista

            ¿Cómo decirte
            hombre
            que no te necesito?
            No puedo cantar a la liberación femenina
            si no te canto
            y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
            No me gusta la gente que se engaña
            diciendo que el amor no es necesario
            -‘témeles, yo le tiemblo’
            Hay tanto nuevo que aprender,
            hermosos cavernícolas que rescatar,
            nuevas maneras de amar que aun no hemos inventado.
            A nombre propio declaro
            que me gusta saberme mujer
            frente a un hombre que se sabe hombre,
            que sé de ciencia cierta
            que el amor
            es mejor que las multi-vitaminas,
            que la pareja humana
            es el principio inevitable de la vida,
            que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
            lo amo
            con todas sus debilidades
            y me gusta compartir con su terquedad
            todo este ancho mundo
            donde ambos nos somos imprescindibles.
            No quiero que me acusen de mujer tradicional
            pero pueden acusarme
            tantas como cuantas veces quieran
            de mujer.

            Menopausia

            No la conozco
            pero, hasta ahora,
            las mujeres del mundo la han sobrevivido.
            Sería por estoicismo
            o porque nadie les concediera entonces
            el derecho a quejarse
            que nuestras abuelas
            llegaron a la vejez
            mustias de cuerpo
            pero fuertes de alma.
            En cambio ahora
            se escriben tratados
            y, desde los treinta,
            empieza el sufrimiento,
            el presentimiento de la catástrofe.

            El cuerpo es mucho más que las hormonas.
            menopáusica o no,
            una mujer sigue siendo una mujer;
            mucho más que una fábrica de humores
            o de óvulos.
            Perder la regla no es perder la medida,
            ni las facultades;
            no es meterse cual caracol
            en una concha
            y echarse a morir.
            Si hay depresión,
            no será nada nuevo;
            cada sangre menstrual ha traído lágrimas
            y su dosis irracional de rabia.
            No hay pues ninguna razón
            para sentirse devaluada. 
            Tirá los tampones,
            las toallas sanitarias.
            Hacé una hoguera con ellas en el patio de tu casa.
            Desnúdate.
            Bailá la danza ritual de la madurez.
            Y sobreviví
            como sobreviviremos todas. 

            Soy llena de gozo

            Soy llena de gozo,
            llena de vida,
            cargada de energías
            como un animal joven y contento.
            Imantada mi sangre con la naturaleza,
            sintiendo el llamado del monte
            para correr como venado desenfrenadamente,
            sobando el aire,
            o andar desnuda por las cañadas
            untada de grama y flores machacadas
            o de lodo,
            que Dios y el Hombre me permitieran volver
            a mi estado primitivo,
            al salvajismo delicioso y puro,
            sin malicia,
            al barro, a la costilla,
            al amor de la hoja de parra, del cuero,
            del cordero astuto,
            al instinto.

            Las tormentas

            Siempre le había dado miedo los rayos. Quizás era alguno de esos traumas infantiles o quizás era que los había visto muy de cerca.

            En los finales de verano de su niñez y juventud, rodeada de naranjos, el aroma de la lluvia sobre el suelo seco del huerto le producía una extraña melancolía que no lograba explicar. Le gustaba la lluvia, pero le daban miedo las tormentas.

            Esas tormentas brutales que encogían el alma con cada trueno, con cada destello de luz en el cielo, con cada uno de los truenos que sonaban cerca, muy cerca, cayendo en un mar inquieto que estaba a poca distancia y que podía escuchar rugir a medida que era herido por las corrientes eléctricas del táser celestial.

            Pero aún tenía más miedo si era de noche. Entonces, por segundos, se hacía la luz y el cielo parecía formar esqueletos de árboles que herían la tierra y dejaban un olor agrio a azufre.

            ¿Cuánto duró ese miedo? Años. Años de tormentas, años de lluvias, años de truenos y rayos.

            Alguien le dijo que una debe superar sus miedos enfrentándose a ellos, pero, ¿qué sentido tiene enfrentar una tormenta? ¿Cómo puede plantar cara a la fuerza más poderosa de la naturaleza?

            Aun con el paso de los años, escondía la cabeza bajo las sábanas. Habían siempre truenos a su alrededor, dentro de su casa, en los pasillos, en el comedor lleno de recuerdos de boda y vajillas sin usar, en las habitaciones vacías de los niños que ya no estaban. En medio de la cocina que calentó tantos pucheros los fríos días de invierno en medio de lluvias más apacibles. Truenos de aquella voz y aquella garganta que tenía introducidos en los oídos por la fuerza de la costumbre. Y ese mismo miedo a que la tormenta se desatara. No sabía ni verla venir, pero sentía el petricor del instante antes, como una especie de alerta del fin del mundo. El aroma de la amenaza silenciosa, las ganas de volatilizarse como el éter del ambiente, las mismas ganas de meter la cabeza debajo de las sábanas.

            Pero le repitieron que una debe enfrentarse a los miedos, y ella seguía haciéndose la misma pregunta: ¿cómo hacer frente a una tormenta? ¿Cómo enfrentar una fuerza de la naturaleza?

            Oye como la amenaza se acerca, esta vez en el cielo y en la tierra. Las nubes oscuras se ciernen sobre el paisaje, en la ventana, en el cielo, en el pasillo, desde la habitación. Suenan truenos, caen las primeros rayos; no llega a poder oler ni el aroma de tierra mojada ni el del café recién hecho.

            Es verano otra vez y la tormenta va a disipar los vapores del bochorno que no le permiten moverse, pero ella no lo sabe todavía. Es final de verano y la tormenta va a acabar con la humedad pegajosa que lleva toda la vida adherida a la piel.

            ¿Quién le dijo que cuando hubiera tormenta debía subir a la azotea y mirar los rayos a los ojos? ¿Quien le dijo que era la única forma de perder el miedo?

            Corre dejando atrás el trueno de una voz áspera y ronca. Corre por el rellano y llama, ansiosa al ascensor. Atrás se oye un portazo y entonces cae en la cuenta de que no ha cogido las llaves, pero tampoco le importa. El ascensor se para con un ruido seco y por un segundo piensa que aún puede volver. Sin embargo, sabe que no hay regreso posible. Ya no. Corre hacia la puerta metálica y no quiere pararse a pensar lo que está a punto de hacer.

            Sus pies descalzos tocan el suelo mojado. El liviano vestido de verano se adhiere a su cuerpo como una segunda piel. Se moja por completo instantáneamente. Una lluvia fresca la limpia de los sofocos y ardores, de polvo áspero. Sacia una sed que no sabía que tenía.

            Los rayos rompen el cielo y lo resquebrajan como si clavaran puñales en su oscuridad. El ruido de los truenos es ensordecedor. Doce plantas de altura son un muro, una plataforma para elevarse sobre sus miedos. Cierra los ojos y se deja mojar. No piensa correr a esconder la cabeza debajo de las sábanas. Ya no.

            Solo se queda quieta dejando que la lluvia acaricie su piel, escuchando los ruidos amortiguados de la ciudad, algún claxon a lo lejos, sonidos sordos, como si estuviera dentro de una campana de cristal. Deja que la naturaleza siga su curso. No puede enfrentarse a ella, pero si a su miedo. Ve las luces rompiendo la bóveda celeste, el manto negro de la noche, el alarido del trueno rasgando con su sonido la garganta del mundo…pero es su garganta la que ruge, la que grita, la que lanza un enorme estampido que lleva años guardado en su voz. Y nadie la oye salvo ella misma. Y nadie la ve salvo ella misma. Y nadie va a salvarla, salvo ella misma. Ruge, como la leona que es y que no sabía que era. Ruge como la fuerza de la naturaleza que tiene frente a sí, con un bramido que parece salir de la grieta más profunda de la tierra, de ella. Ruge como debe rugir una placa tectónica al elevarse por encima de sí misma, rompiéndose en una larga línea que abre las entrañas y rompe el mundo de tal forma que no puede existir una reparación posible. Ruge sacando de dentro los miedos acumulados en toda su vida y cuando termina de rugir hasta el cielo guarda silencio, quedándose en la paz de una lluvia suave.

            La tormenta ha pasado. El miedo ha terminado. Es hora de volver.

            Baja por el ascensor dejando tras de sí un rastro de agua. Llama a una puerta que ya no es la suya y está a punto de oír una voz de trueno que, sin embargo, permanece callada. Sonríe. Ya no tiene miedo de las tormentas. Se siente poderosa, fuerte. Sabe que ha salido fortalecida de la catarsis, de la prueba a la que ella misma se ha sometido. Ya no va a tener miedo nunca más.

            Al mirar aquellos ojos que escupía rayos, al mirar esa boca que atronaba, se da cuenta de que el miedo ha cambiado de bando. Y sonríe. Y se da cuenta de que ella, la que fue, también se va, tal como se han ido sus miedos. Tal como se ha marchado la tormenta. Se va para siempre. A enfrentar más tormentas, quizás, pero ya sin miedo.

            Nadia Anjuman. Poesia femenina en el Afganistan de los talibanes

            RECUERDOS de leve tristeza

            ¡Oh exilios de la montaña del olvido!

            Oh joya de sus nombres, durmiendo en el fango del silencio

            Oh recuerdos destruidos, recuerdos de leve tristeza

            en la turbia mente de una ola en el mar del olvido

            ¿Dónde está lo trasparente, la corriente manando de tus pensamientos?

            ¿Qué mano ladrona saqueó la estatua de oro puro de tus sueños?

            En esta tormenta que origina la opresión

            ¿Dónde se ha marchado tu barca, tu serena plateada luna de embarcación?

            Después de este amargo frío que da nacimiento a la muerte-

            debería la mar desprender la calma

            debería la nube liberar al corazón nudoso de penas

            debería la doncella de la luna brindarnos amor, ofrecer una sonrisa

            debería la montaña dulcificar su corazón, adornarse de verde,

            volverse fructífera-

            ¿Cuál de tus nombres, en lo alto de la cima,

            se vuelve luminoso como el sol?

            El amanecer de tus recuerdos

            recuerdos de leve tristeza

            ¿En los ojos de los peces fatigados por las inundaciones y

            temerosos de la lluvia de la opresión,

            se refleja la esperanza?

            ¡Oh exilios de la montaña del olvido!

            Traducción María Germaná Matta, a partir de la versión inglesa de Zuzanna Olszewska y Belgheis Alavi

            No deseo abrir la boca

            No deseo abrir la boca

            ¿A qué podría cantar?

            En mí, a quien la vida odia,

            tanto da cantar que callar.

            ¿Acaso debo hablar de dulzura

            cuando siento tanta amargura?

            Ay, el festín del opresor

            me ha tapado la boca.

            Sin nadie al lado en la vida

            ¿a quién dedicar mi ternura?

            Tanto da decir, reír,

            morir, existir.

            Yo y mi forzada soledad

            con mi dolor y mi tristeza.

            He nacido para nada

            mi boca debería estar sellada.

            Ha llegado, corazón, la primavera,

            el momento propicio del festejo.

            ¿Pero qué puedo hacer si un ala 

            tengo ahora atrapada?

            Así no puedo volar.

            Llevo mucho tiempo en silencio,

            pero nunca olvidé la melodía

            que no paro de susurrar.

            Las canciones que brotan de mi corazón

            me recuerdan que algún día

            romperé la jaula.

            Volando saldré de esta soledad

            y cantaré con melancolía.

            No soy un frágil álamo

            sacudido por el viento.

            Soy una mujer afgana

            Entiéndase pues mi constante queja.

            (En revista Trasversales número 6, primavera 2007*)

            Un llanto sordo

            El sonido de las verdes huellas está en la lluvia

            nos llega desde la carretera

            almas sedientas y faldas polvorientas llegaron del desierto

            su ardiente respiración y el espejismo-fundido

            de sus bocas secas y de polvo cubiertas

            nos llegan, ahora, desde la carretera

            sus atormentados cuerpos, chicas criadas en el dolor

            la alegría alejada de sus rostros

            corazones viejos y alineados de grietas

            no surgen sonrisas en los inhóspitos océanos de sus labios

            ni una lágrima brota del seco cauce de sus ojos

            ¡Oh Dios!

            ¿Podría ignorar si sus sordos llantos que saltaron del cielo,

            alcanzan las nubes?

            El sonido de las verdes huellas está en la lluvia.

            verano del 82

            Era verano, y el calor que quemaba mi piel, el que me producía una terrible sed, no era nada comparado con el malestar del rastro de salitre en la boca. El mar iba quedando atrás paso a paso a medida que avanzábamos hacia la alquería.

            Un flotador azul  en forma de barca, servía para hacer de parasol a mi hermano y mi primo por encima de sus cabezas. La sombrilla del carro, tapaba de lleno el rostro infantil de mi hermana pequeña y deformaba las palabras de mi madre y mi tía en conversaciones de mayores que ahora ni siquiera puedo recordar.

            En la orilla de aquel camino se agolpaban huertas, planicies llenas de naranjos, alguna higuera, alguna parra enredada en cañas pero sobre todo unos melocotoneros que dejaban colgar sus ramas por encima de los márgenes de las acequias,como buscando el frescor del agua que corría. Incitadores. Tentadores, nos ofrecían algunos frutos con tan solo estirar el brazo. Un enorme sauce llorón formaba un círculo gigantesco de sombra. Para los mayores era una invitación a la siesta. Para los pequeños, una cabaña de indios en la que escondernos de los vaqueros.

            Y el sonido de las cigarras, que solo se calmaba al ser sustituido, ya de noche, por el de los grillos…

            En una revuelta del camino se divisaba la alquería, blanca, como un nube en medio del cielo verde de los naranjos y, a medida que nos acercabamos, podíamos percibir, vacíos de dudas y llenos de hambre, el aroma a leña quemada, a fogata, al sofrito de la paella ya a punto para echar el arroz. Mi abuela se asomaba por un recodo y se llevaba una mano a la frente tapándose el sol de los ojos para asegurarse de que esa retahíla de voces, de niños, de chirriar de ruedas de carritos y gritos, éramos nosotros. Saludaba, entonces,  alzando la mano y, seguramente, sonriendo, y sin más, desaparecía de nuevo en dirección a la alquería, dispuesta a probar el punto de sal de la paella del domingo.

            Eran días eternos, largos, como sólo pueden ser de largos los veranos de la infancia.

            Intensos, como solo pueden ser intensas las cosas recién descubiertas o hechas por primera vez.

            Inocentes, como solo es el mundo antes de ser descubierto, como si en la niñez fuéramos dioses creando universos antes de echarnos a descansar el séptimo día.

            Era verano, y yo no lo sabía entonces, pero era la mejor época de la vida. Llena de sabores, olores, sensaciones, personas y voces que ya no me acompañan. Llena de una vida que tampoco es la misma aunque pueda parecerlo o yo haga los esfuerzos necesarios para no notar tantísimo las diferencias.

            Era verano y el mundo se abría ante mí tan rebosante y pleno de promesas que solo me atrevía a tomar y cumplir las más cercanas, las más realizables. Aquellas que mis manos de niña creían posibles.  Los sueños de entonces puede que no sean las pesadillas de ahora, pero quién sabe; en el infierno siempre es verano aunque nunca sea domingo.

            Volver a pasar por el corazón

            Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.

            No deja de ser una trampa, aunque caigamos en ella cosntantemente. Recordar. tan solo.

            Revivir mentalmente aquellos momentos en los que fuimos felices, aquellos lugares que quizá ya ni siquiera existen, aquellos aromas que, con un olfato limpio, nunca volveremos a oler pero cuya estela odorifera nos marca un camino al pasado.

            En el significado de recordar, volver a pasar por el corazón, el instante se nos muestra obligatoriamente bueno, positivo al menos, feliz y pleno cuanto más. Si en ese corazón no hay lugar a ello, si volvemos las pisadas sobre los momentos malos, el recuerdo se empozoña y se llena de rencor.

            Y puede ser dificil separar una cosa de otra. El rencor puede ser casi inevitable si se recuerda aquello que fuimos o perdimos. Aquello que ya no somos y lo que ya no tenemos. Rencor por no tener la misma pureza en los ojos o en el alma. Por haber sentido tan intensamente, como solo se siente en muy pocas ocasiones. Por haber perdido la capacidad del asombro y del descubrimiento. Por no poder volver a sentir de la misma forma aquello que sentimos entonces. Por reconocer los simulacros del ahora inevitable. Por perder la esperanza en el futuro perfecto que una vez soñamos.

            Volver a pasar por el corazón.

            Un viaje difícil en muchas ocasiones. Porque, como dijo el escritor, «las fresas nunca volverán a tener el sabor de antaño», ni los besos, ni las palabras, ni siquiera el aire de la primavera conserva el aroma de las flores que adornaron nuestros más privados jardines.

            Si la vida puede ser una pérdida de aquello que fuimos, siempre nos quedará el recuerdo, la nostalgia, el poder volver a los lugares y momentos en que fuimos felices, tratando así de apresar un instante eterno en el fluir del tiempo.